lunes, 27 de octubre de 2014

RELATO (no tan) BREVE: CARTA A QUIÉN ME QUIERA ESCUCHAR (PARTE I)

Aquí os dejo uno de mis relatos breves; es bastante largo así que lo he dividido por partes: 

Parte I: 
Del caviar pasé al desvivirme por un simple trozo verde de lo que parecía lechuga. Unos negros y atormentados rugidos suenan como la banda sonora de mi vida, mientras el frío alimenta mis sueños. Crueles sonidos significativos. El cómo ganarme la vida, no importa cuando vives día a día, cuándo la limosna que te dan frente a la iglesia significa el poder acercarte con vergüenza a comprar una simple manzana que te sirva de comida. Los comedores sociales son mi último recurso, es exasperante cuando ves a tus amigos del colegio, con sus trabajos estables y su vida relativamente potable. Demasiados recuerdos acuden a mi mente… ¡La empresa, el negocio familiar de siempre; mi casa en la mejor zona de la ciudad; mi mujer, mi familia, mis dos hijos…! Me estremezco y tengo miedo a llorar delante de toda esta gente que me mira, me mira y me mira con pura compasión y que por acallar sus conciencias me dan de lo que me alimento diariamente, miserias que se gastarían en tres minutos de sus vidas. Hace ya diez años que llegué a la conclusión de que el ser humano en general es egoísta, vanidoso, cobarde, mentiroso, tonto y  miles de adjetivos que me definen también a la perfección. Ojalá fuera una simple flor a la que admiraran por su belleza, pureza y esplendor… o una simple estrella inalcanzable a la cual tomaran como ejemplo de utopía.

Esperas sentado entre cartones, pensando en esos céntimos que necesitas, que te sostienen en la cuerda floja de tu vida. Mi búsqueda de trabajo se redujo hace ya mucho tiempo a, no eres lo que necesitas, promesas incumplidas como ya te llamaremos o, lo siento una persona mejor que tú y más joven ha ocupado el puesto. Además me di cuenta de que cuando ya llevas un mes sin ducharte, cambiarte de ropa, aunque esta sea de Armani, y sin echarte de esa colonia en la que te gastabas el sueldo de un pobre niño de china currando todo el mes que anunciaba el actor de moda; se reducían tus posibilidades de encontrar el trabajo que te sacaría de ese círculo de empobrecimiento diario. Lo único que si que me dedico a hacer es escribir en servilletas que vuelan en estos aires contaminados de desesperación y estrés de rutina. También se acercan algunos autores sádicos y kamikazes, que se regocijan en sus vidas cómodas, a observarme y a inspirar sus obras que próximamente valdrán más que mi vida.


Canciones de protesta que no llegan a nada, letras y estribillos que describen mi vida con tristeza y que la gente canta con ímpetu. Aplauden a esos grupos, cantantes y discográficas cómo los que defienden sus derechos y viven las realidades de lo que cantan; mientras los mismos que cantaban se limpian el culo con billetes que valen el alquiler de la casa de la esquina. Es curioso que mi vida se reduzca a cerrar los ojos, lamentarme, dormir y llorar a escondidas, mientras con anterioridad me preguntaban por mis hobbies y tenía que pararme a pensar, tras enumerar unos tantos, si me había dejado alguno.


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