"Yayo, tú siempre ibas escribiendo cosas por casa, notas o cartas de vez en cuando. Una me llamó muchísimo la atención: "Quiero vivir" siempre he intentado seguir tus pasos en la vida y tú me has llevado de la mano hasta ahora. Siempre te preguntaba que qué te parecía este poema, o esta canción o este relato, o esta carta. Tú siempre me sacabas algún que otro apunte, pero te parecían bien. Me encantaba que fueras tan sincero, pero que hicieras las cosas con tacto para no herirme si alguna estaba mal. Nos enseñabas a vivir con tu experiencia y sin ella, porque eras sabio y sabías lo que hacías.
Saqué las fuerzas de dónde pude, y con dos cascadas cayendo de mis ojos hice dos escritos para tí: Una contestación a tu carta hablando por todos los nietos, biznietos e hijos; y un poema hablando también desde mi corazón pero esta vez hablando solo desde mi experiencia y por mí.
Siempre, tu nieta número 10."
Aquí os dejo el poema, no sigue ningún standart, ni rima a veces, ni tiene estructura ni ritmo. Pero salió del corazón tal y como está escrito, espero que os guste tanto como me gusta a mí, por ser tan sincero y vivido.
Negra está ahora mi alma,
tan negra como la noche,
tan negra como la vida,
que has recogido.
Llora mi pérdida valiosa,
lloro mi pérdida tan hermosa,
lloro por tí, abuelo
al que querré siempre, y al que quiero.
Nada te queda en el mundo,
un mundo que vacío queda,
sin tu luz brillante que me guíe,
que en la noche se perdió.
Lloraré siempre tu pérdida,
la de la yaya y la tía también;
que aunque antes tuvieron su partida,
no quita nuestro querer.
Aún recuerdo tu esfuerzo,
abundante, con achaques de abuelo;
llevando y trayéndonos del colegio.
Aún recuerdo el belén en la plaza,
comer churros con chocolate
y de vez en cuando Patatas
(de Jamón, sí, yayo).
Aún recuerdo tus miradas,
de adoración a tus nietas,
cuando con gente te encontrabas,
y decías la número 10 y la 11.
Aún recuerdo lo que anduvimos
por nuestra tierra querida,
contemplando, y no mirando;
la vida no te pasó desapercibida.
Aún recuerdo ir todos a la viña,
jugar en la fuente de los peces,
la yaya llamándonos con la campanilla
y oírse desde la zona verde.
Aún recuerdo esas comidas,
en familia reunidos
juntándonos también los primos,
en días como Navidad.
Aún recuerdo muchas cosas,
y que sigan en mi memoria
porque no hay mejor herencia,
que poder recordar tu presencia.
que poder recordar tu presencia.
Pido por tí, yayo, porque seas tan feliz en tu otra vida como nos has hecho siempre a todos. Doy gracias por haberos conocido a tí, a la yaya y a la tía.
GRACIAS DE TODO CORAZÓN. OS QUERRÉ POR SIEMPRE.
Julia Melero Valero
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