Aquí tenéis uno de los trabajos encargados para "taller literario"
Es la
penúltima noche que me queda para poder soñar… la penúltima oportunidad que
tendré para decirle todo lo que siempre me quedó en el tintero. Hoy el cielo
triste está por su marcha… niebla y nubes grises hay, tanto en mi corazón como en el paisaje que
vislumbro por la ventana. A pesar de que no es la primera vez que lo hace, esta
puede ser definitiva. Con lágrimas en los ojos recojo el dormitorio
deteniéndome en cada objeto significativo, o no. Veo nuestra foto de las
vacaciones de este año, en Málaga, ¡qué sonrientes estamos! Cuánto daría por
volver allí un solo minuto más… Suspiro, me recoloco la chaqueta y dejo la foto
en la mesilla. Él espera abajo, esta noche saldremos a cenar. Pero no podemos
fingir que todo está bien, que no pasa nada… Pasado mañana el hombre al que más
amo, he amado y amaré jamás se irá durante seis meses a la guerra… no puedo
seguir, lloro desconsoladamente, porque seis meses es demasiado tiempo;
demasiado tiempo sin él, sin todo lo que evoca, y tan vulnerable y expuesto
ante todas esas mortales amenazas. Él me mira detenidamente, como si quisiera
que todo se quedara en esta noche; tiene miedo, es normal. Reúno valor para una
penúltima sonrisa, le doy un beso en la mejilla y nos disponemos a ir al
italiano de la esquina, dónde nos conocimos, parece que fue ayer y ya han
pasado cinco maravillosos años… Regresará, regresará sano y salvo, repito como
mantra por septuagésima vez. Cuando llegamos a Silvio’s, Antonio, el metre, nos
saluda efusivamente, pero yo ando absorta en mis pensamientos… Eric está
nervioso, se le ve agitado y tiene el tic de la pierna reservado solo para
ocasiones especiales. Llegamos casi al final de la cena y me dice que tiene que
decirme algo. Se levanta, hinca una rodilla en el suelo y pronuncia suavemente:
“Alexia… ya hace cinco años que te conocí y me cautivaste con tus ojos sinceros
e inocentes. Desde entonces he estado buscando demostraciones y maneras
diferentes de expresar todo lo que siento por ti; al principio no eran más que
simples sonrisas de complicidad, más tarde besos furtivos al dejarte en casa;
más tarde unos buenos días princesa cada vez que me levantaba contigo, escuchar
nuestra canción preferida y cantarla juntos sin parar de reír. Y sí, llegó el
momento, llegó el momento de que nada se interponga entre nosotros, de que
formalicemos todo este embrollo en el que nos metimos hace ya cuatro años,
nueve meses y seis días, cásate conmigo, amor.” Abre la cajita que llevaba en
la mano y yo me doy cuenta de que estaba aguantando la respiración, sin
palabras y llorando de la emoción más grande que había sentido jamás en mi
vida, me lanzo a sus brazos gritando un sí que me sale del alma. En ese momento
me fijo en que todo el restaurante está aplaudiendo y algunas otras mujeres de
la sala suspiran, ansiando unas palabras así de sus parejas. Tras la magnífica
cena damos un paseo cogidos de la mano y regresan los pensamientos que tenía
hace tan solo unas horas; los cuales tornan a un color verde esperanza; nadie me podrá arrebatar lo que yo siento por
Eric… es aquí cuando caigo en la certeza de que volverá, lo hará por mí, por
nosotros y ahora sé que es todo lo que me importa, que es parte de mí, que me
completa, es mi ying y yo soy su yang. Ambos aguantaremos por nosotros durante
este periodo incierto venidero. Estoy esperando impacientemente a la penúltima
noche de su regreso.

Julie Sharks
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