La desazón me comprime,
mi vasta médula ósea.
La traición implícita,
a una mente tan hermosa.
Y las preguntas rondan,
y el corazón me arde,
y veo su decepción,
¿cómo he sido tan cobarde?
Mas qué podría decir,
si mi cuerpo no palpita,
sin el suyo, este devenir,
sólo a una cosa invita.
Abierta me hallo en canal,
tras el acto más infame,
doy la estocada final,
a un amor que todavía arde.
Mas pensando se halla,
yo expectante a su respuesta,
asumo la vasta errata,
que ya ha quedado expuesta.
La traición es perdonada,
pero estamos en empate,
en las terribles desgracias,
que nos dejaron en jaque.

Julie Sharks
No hay comentarios:
Publicar un comentario