miércoles, 20 de enero de 2021

DOLOR Y SUFRIMIENTO

La verdad es que estoy mal, es muy duro estar rodeada de sufrimiento por todas partes. Se podría decir que es más contagioso que el propio bichito pandémico. Estoy agotada emocionalmente. El estar ahí para los demás, intentando dar una esperanza que puede que no llegue es agotador. Temo quemarme de verdad, temo colapsarme y mandar todo a la mierda y mal.

La felicidad sé que es conocida por todos como la gran utopía, la gran estrella lejana que nos revela que hemos hecho bien las cosas, que hemos cumplido nuestros objetivos... Pero no es más que bioquímica cerebral que nos engaña. Esos momentos fugaces que te dan oxígeno, que son un suspiro. Pero luego la realidad te lo quita y esa bocanada de aire se torna un maquiavélico y sádico intento de "salir del pozo", que te devuelve a un punto más profundo. 

Lo que de verdad importa en la vida no es la felicidad sino la esperanza, la esperanza de "llevar una vida mejor" mueve montañas. Cuando esta desaparece ¿qué queda? ¿resignación? Puede, pero no para mí, para mí solo queda dolor y sufrimiento.

Nunca he tenido bien la cabeza, no recuerdo un momento en mi vida en el que pueda decir que no sufría de algo. Si echo la mirada atrás solo veo dolor y sufrimiento. Luego temo estar deprimida, pero ¿Cómo no estarlo? ¿Cómo no estarlo si realmente vivo entre sufrimiento? Intento dar pequeños golpes de timón en vano, porque me aferro al dolor como a un "clavo ardiendo". Temo hablar conmigo misma porque temo encontrar aspectos de mi vida con los que estoy cómoda y “relativamente contenta” que deba cambiar. 

Si me pregunto qué quiero para mi futuro es no sufrir, llevar una vida tranquila, en definitiva: poder respirar, porque ahora me ahogo.


Julie Sharks