martes, 29 de enero de 2019

DIACRÓNICA

¡Hola de nuevo! Quería volver de una forma completamente única e intensa. Para ello, os comparto lo que para mí fue sin duda uno de los momentos más felices y que me enorgulleció tanto. 
Fue cuando terminé de componer mi primera obra. Es una canción en la que el protagonismo es único del piano. Esta obra se llama "Diacrónica" en honor a todo lo que me llevó a escribirla, mi vida. Está cargada de un sentimiento que acompaña durante toda la interpretación, este es la nostalgia. La nostalgia por los momentos tanto fáciles como difíciles que he vivido. Interpreté la obra públicamente un junio de 2017 y estoy a la espera de todavía grabarla profesionalmente y escribirla en partitura. Con suerte este año saldrá ya al mundo y espero sin duda que os conmueva y os transmita tanto como a mí me lo hace. Sin más dilación, os muestro el recorrido de lo que me transmite.  

Todo comenzó como una pequeña bruma del mar, suave, armonioso... Hasta que el pequeño baile de notas brotó, llenándose de una tranquilidad y paz tremenda. De repente pude ver, la esencia de las cosas, la profundidad de la existencia, solo fue necesario un susurro que llenaría mi corazón. Aquella brisa marina que trasmitía tanto amor, que era inconcebible a nuestro pensamiento racional. Fue ese escalofrío al escuchar esos agudos sordos. Fue entrar en sintonía y sincronía con mi latido, con mi corazón. Vals precioso de tal profundidad como el océano. Que solemnidad, con ese épico genero, trata sobre un camino, el de vuelta a casa tras la batalla. Qué batalla aquella, en la que libramos caballeros y damas por un mundo prometido.. Las leyendas, que son más que historias llenas de alma, costumbre y misticidad. Historia e historias de una y de todas, historias e historia de todos y de uno. 

De repente detecto tristeza y sufrimiento pero a diferencia de las demás no vislumbro penumbra. ¿Es posible un sentimiento tan puro? Se encuentra tormento, dificultad, lucha y ganas de perderse y rendirse... Sin embargo, el canto de un ave resuena por toda la habitación; es el canto de un ave de colores cálidos y que tiene por costumbre renacer de las cenizas. Me hace replantearme que sea una historia de superación personal, pero como la vida misma, no suele ser llana. ¡Ay! ¡Cuánto ansiamos las vidas llanas! Y, sin embargo, da la casualidad de que suelen ser las más desoladoras; el puro aburrimiento abriéndose camino entre rutina y tranquilidad que acaba con toda esperanza de conocer la felicidad. ¿Será que confundimos la felicidad con la vida tranquila? no lo sé... ¿Será que con sólo oír la palabra tranquilidad soltamos un escabroso bostezo? 

Pero cuando estamos en la base de la montaña, de nuestro próximo objetivo y nos enfrentamos a la realidad más cruda, que puede que nos caigamos en el camino, nos acordamos del verde sendero que no conlleva dificultad alguna. Aunque no haga falta decirlo, no todos los senderos que nos esperan van a ser verdes, y somos omnívoros que no sólo pastamos. 

Sonidos graves y aturullados en los que entre tanto, veo que estalla la guerra, una de las más difíciles que he tenido que combatir sin duda, el sentimiento de pérdida más crudo y más duro nunca antes experimentado. Había oído hablar de él, ese en el que te entran ganas de rendirte, pero de rendirte de verdad, de cerrar los ojos y permitirte momentos en los que no tengas que ocuparte de nada más que de respirar. Esos sonidos continúan, y aún se tornan más complejos, más crudos y más "fortissimo". Parece ser una espiral, un círculo vicioso pero algo o alguien rompe esa rutina. 
Resuena de nuevo el estribillo de paz... ¿será que todo vuelve a la calma? No creo que por mucho tiempo tratándose de mi vida. 



Julie Sharks